Embarcamos en el avión de Aeroflot. Algunos carteles están pintados a mano, y la tapicería muestra un color indefinido, fruto del paso imperturbable de los años. Sus ocupantes, casi todos rusos, son tan grandes que apenas caben en los asientos. La revista de la compañía es muy buena, buenos reportajes, buenas fotos, y mucha publicidad de señoritas forradas en pieles y joyas. También, de la costa levantina y de Sotogrande.
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