Tan sepia como la canción. ¿Qué hace un parador como el Fray Bernardo de Fresneda con una música de supermercado como ésta? Vale que el buen gregoriano ya suene en la catedral y que el genuino parador de Santo Domingo de la Calzada sea el instalado en el antiguo hospital de peregrinos de la localidad. Pero no es concebible que el último estreno de la red nacional de Paradores, acoplado en un ala del antiguo convento de San Francisco y dedicado a la memoria de quien fuera confesor de Felipe II, ofrezca tales ligerezas en su ambientación acústica. Máxime en un monumento que debe su traza a Juan de Herrera, inconfundible en la sobriedad de su fachada y su espadaña, ascético en la acentuación de los contrafuertes de las naves, mayestático en la escala del claustro.
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