Los hermanos: Marisa, Alberto, Tina Ana. La madre: Luisa. Las hermanas mayores: Lurdes y Belén. Así de numerosa se presenta la familia propietaria de esta posada casi perdida en el más perdido de los pueblos de Cantabria. Un refugio natural de venados, corzos, águilas reales, osos pardos y unos pocos vaqueros remisos. Tina Díez, que fue ejecutiva de una consultora en Madrid, dirige ahora la empresa familiar, consciente de que sólo el turismo rural puede asegurar la supervivencia de esta aldea lebaniega.
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