Primero fue el Ávila Golf;luego, el toledano Palacio Eugenia de Montijo, y ahora, el Palacio de Arenales, en las afueras de Cáceres. La expansión inmobiliaria del grupo Fontecruz anega de pocería hotelera el territorio peninsular sin que parezca a salvo ninguna capital de provincia con interés histórico-monumental. Granada puede ser la próxima. Todas con proyectos cinco estrellas acaparadores de atención local, a cual más amanerado, a cual mayor pastiche arquitectónico.
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