Mientras los fríos alientos de la invernada lamen cada resquicio de las sierras y campos ibéricos, las más grandes y aparatosas de las aves han comenzado ya sus ritos nupciales. Los buitres leonados inician en estas semanas sus escarceos amorosos. Los cortados rocosos y paredones donde se instalan las colonias de cría hierven con el frenesí de los emparejados. El leonado no busca cada año una pareja nueva, sino que, como la mayoría de las grandes rapaces, mantiene casi toda su vida los vínculos afectivos con la compañera o compañero con quien se emparejó en su primer invierno como adulto.
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