Las nieblas de SanMiguel anuncian el final del estío, mientras la tierra desprende ya los olores húmedos que acaban con la sofocante temporada seca extremeña. El lento cambio de estación se planta entre los nubarrones aborregados que cambiarán el chaparrón del verano pegajoso por las persistentes lloviznas del mes de octubre. El espectáculo de la otoñada acaba de levantar su telón. Es tiempo de bonanza, las dehesas están maduras y por todos los rincones del monte bravío los codiciados frutos de encinas, alcornoques, majuelos y mostajos lucen espléndidos.
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