Este es un ejemplo de los nuevos aires que recorren la campiña de Champagne, hasta ahora territorio de bodegas casi monopolísticas, como Moët et Chandon, o de prestigios celestiales. Donde antes señoreaban las grandes marcas, ahora están consolidando su presencia pequeños productores que han hecho del terruño y la pequeña producción su razón de ser. Así, la familia Brice, Jean-Paul y su hijo Jean-René, con arraigo multisecular en tierras de Bouzy. Empezaron con siete hectáreas, y una década después poseen 20 extraordinarios cru en Aÿ, Bouzy, Cramant y Verzenay que totalizan más de una treintena.
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