Amsterdam puede exhibir con orgullo el título de ciudad más liberal del mundo. La capital holandesa acepta la homosexualidad con total naturalidad; permite la compra y el consumo público de hachís, y entiende la prostitución como un negocio más. Su reconocida apertura mental beneficia también a los inmigrantes de otros países a los que ha ido acogiendo. La máxima: "Vive y deja vivir".
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