¿Mar o montaña? ¿Agua salada o dulce? ¿Arena caliente o fresquita hierba? Todos los veranos nos asalta la ineludible decisión. Ante el panorama de unas playas saturadas y unos precios desorbitados en la costa, la alternativa montañera se presenta igual de atractiva y, seguramente, menos ruidosa y estresante. Los Altos Pirineos franceses, justo en el centro de la cordillera, ofrecen su exuberancia natural a aquellos que busquen verdor, relax (y aventura, ¿por qué no?) y buena mesa.
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