Todos ven siete veleros que navegan en el vacío o sobre la niebla. De repente, al salir de una curva de la carretera que lleva a Millau aparece uno de ellos, todo blanco, de una geometría perfecta, que extiende las alas para poder cruzar la garganta del Tarn. El pueblo francés de Millau, entre Montpellier y Rodez, era conocido por los atascos de los veraneantes que desde París y el valle del Ródano corrían hacia el sur de Francia y España, y por el único vecino famoso, el provocador agrícola José Bové, hasta que el 16 de diciembre de 2004 se abrió el viaducto sobre la autopista A75-E11 que une París y Perpiñán.El viaducto de Millau consolida un nuevo turismo tecnológico e industrial que mezcla el parque de atracciones y las catedrales, pero que ofrece como ingredientes únicos la belleza de las estructuras y las aplicaciones de la tecnología.
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