Viena inició el año con una pelota de fútbol en medio de su tradicional concierto de valses. En cualquier otro momento hubiera parecido una profanación del sacro templo de la música clásica. Pero los vieneses celebran su propia ironía. Saben que este año tendrán que jugar con muchos contrastes y compaginar bien lo viejo con lo nuevo para dar acogida al campeonato de la Eurocopa, que se juega en Suiza y Austria y comienza y concluye en Viena.Esta ciudad acostumbrada a la calma se está preparando con cautela y coraje para satisfacer las expectativas de los aficionados al fútbol, que suelen ser distintas de las del turista que visita la capital del antiguo Imperio de los Habsburgo atraído por las leyendas de Sissi o el legado de los intelectuales de fin de siglo.
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