Como Nicole Kidman en el filme de Amenábar, el espíritu de Antonio Gaudí anidó durante décadas en el silencio y la penumbra de una de sus obras maestras, la Casa Batlló, mientras fuera de ella los otros -turistas y barceloneses- admiraban y retrataban a diario su original fachada. Pero todo cambió cuando la casa empezó a descorrer sus cortinas, airear sus estancias y abrir sus puertas para conmemorar en 2003 el Año Gaudí, el 150º aniversario del nacimiento del arquitecto. Sin embargo, lo que en principio sólo iba a ser una apertura parcial y temporal está a punto de convertirse en total e indefinida.
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