A la diosa Afrodita y al dios Hermes les salió el hijo -Hermafrodito- guapo. Tanto, que según cuenta Ovidio en Las metamorfosis, la hermosa náyade Salmacis se prendó de él y pidió a Zeus que sus cuerpos nunca se separasen, fundidos para siempre en un solo ser con rasgos femeninos y atributos masculinos. Lo consiguió. La leyenda de Hermafrodito y Salmacis es un tema recurrente en el arte.
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