Al mismo borde del agua, en un extremo de la playa de Salinas (Asturias) y no lejos del museo de anclas al aire libre, los amplios ventanales que cierran las galerías de este establecimiento permiten contemplar los bravíos oleajes del Cantábrico. Después de 13 años al frente de este balneario construido en 1917 y transformado en restaurante en los pasados años sesenta, su alma máter, Miguel Loya, lo ha convertido en un referente de la cocina asturiana contemporánea. Dos factores encumbran sus señas de identidad actuales, el privilegiado emplazamiento del local y la magnífica calidad de las materias primas.
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