Sombrereros, zapateros, pescaderos, espaderos, queseros, cristaleros...: todos tuvieron su calle en el antiguo barrio gótico barcelonés, especialmente en torno al mercado del Born y la calle del Comercio. Resulta difícil imaginar que este fenómeno medieval se pudiera repetir hoy en el centro de la ciudad y que informáticos, futbolistas o ingenieros de caminos y puentes se congregaran en callejuelas cuya nomenclatura recuerde su oficio. Pero las callejuelas del barrio gótico, La Ribera y el Raval siguen siendo importantes focos comerciales y de ocio alternativo.
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