El hecho de que Asturias haya sido el primer territorio peninsular que durante la dominación árabe luchara por obtener su independencia política ayudó a la creación de una arquitectura propia como elemento de afirmación frente al islam. Ése es el motivo por el cual el arte prerrománico, que se alimenta de la precedente filosofía visigótica para muy pronto plasmarse en toda su singularidad, potencia y esplendor, se ha convertido en la manifestación artística por antonomasia del solar asturiano. Una circunstancia que ayuda a explicar cómo, dos siglos antes de la aparición del románico, Asturias ya puede mostrar con orgullo cumbres como San Julián de los Prados, Santa María del Naranco o San Miguel de Lillo.
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