Después de la caída del sol, cuando el cielo enrojece, la playa del Castro (próxima a Santa Uxía de Riveira, en dirección a Aguiño) se llena de mujeres que, con pañuelos anudados a la cabeza y faldones remangados, rastrillan la playa en busca de almejas y berberechos. Estos bivalvos viven en esos territorios limítrofes, entre la espuma de la orilla que no descansa y la arena batida que está hecha de animales menudos, algas diáfanas y algún que otro plástico y mondas de naranja. Se ha abierto la veda, y resulta espectacular ver a las mujeres rastrillando o hincadas de rodillas, escarbando la arena.
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