Pocos lugares contribuyen tanto a divulgar la cultura del vino como esos establecimientos que, refugiados en la ambigua etiqueta de los wine bar (bares de vinos), proliferan en enclaves urbanos. Locales de moda a la vez que templos de esta bebida donde se ofrecen marcas por copas en compañía de platos típicos de bistró, cuando no medias raciones o tapas en versión española.Aunque el modelo admite múltiples variantes, incluidos espacios con happy hour (hora feliz con descuentos), jazz en vivo y otras promociones, en la mayoría se consolida la tendencia a asociar la degustación (no la cata) con comida informal, exigencia creciente por parte de su público.
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