Asturias huele a manzanas, a heno y a hierba recién cortada. En sus mercados semanales se hallan decenas de quesos artesanos, tiernos, curados, ahumados o picantes. Alrededor de sus chigres, la liturgia de la sidra, el escanciado popular en grandes vasos que al rebotar sobre el cristal genera ilusiones de espuma. Entre trago y trago, bocados de empanada, tortilla o embutidos. O cualquier destello de su recetario tradicional, incluidos el pote o las cebollas rellenas.
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