Gracias a sus campanarios de ladrillo moldurado (con un primer cuerpo de decoración muy austera que se transforma en todo un derroche del mejor barroquismo andaluz en los últimos pisos), Écija presenta un perfil arquitectónico que se hace notar, mientras que en Carmona, con su estructura laberíntica, destaca su faceta íntima: por sus calles, más que pasear, se deambula, en el sentido etimológico exacto de andar sin objeto determinado por la maraña de paredes blancas.1. ECIJALe llaman la sartén de Andalucía.
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