La cultura británica es una cultura de extremos. En lo que se refiere a su jardinería, destacan por su informalidad los cottage gardens, que casi parecen prados silvestres, y, por el otro lado, el colmo de la anti-naturaleza, los topiary, esos arbustos de hoja perenne que se podan en formas geométricas o de animales a lo Eduardo Manostijeras. Si quieren sentirse como Alicia en el País de las Maravillas, cojan un coche y den una vuelta por la campiña inglesa para conocer esos árboles tan increíblemente viejos y repeinados.El arte del topiary es antiguo y, como se puede imaginar por su laboriosidad, sus orígenes se remontan a la época en que los jardineros eran esclavos.
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