Mallorca suena a destino alemán, a costa sobresaturada y a nidito de amor para recién casados. Ninguna de estas definiciones defrauda, pero la realidad isleña supera el tópico. Como muestra, un botón: la sierra de Tramuntana, que de suroeste a norte atraviesa la isla como una espina dorsal, forma una fabulosa barrera orográfica que ha impedido a la avidez urbanística hacerse con buena parte de la isla. Un reducto, también, para escritores y artistas como George Sand, Chopin, Robert Graves, Santiago Rusiñol o Anglada Camarasa, que se empaparon durante lustros de su belleza para crear.Rematado de farallones calcáreos, cortado a base de desfiladeros y torrentes y vestido de bosque mediterráneo en cuya trama se entretejen algarrobos y olivos, este relieve kárstico es el principal refugio naturalista de la isla.
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