La historia siempre sale a la luz. Como en la Casa del Obispo, un yacimiento arqueológico con unos 3.000 años de historia que abrió recientemente sus puertas al público en el centro de Cádiz, entre las dos catedrales. El lugar no tiene desperdicio: tumbas saqueadas, joyas únicas, pasillos, muros y unos curiosos insectos guardianes. Objetos y restos de edificaciones que levantaron aquí fenicios, púnicos, romanos y cristianos, y que quedaron ocultos bajo la antigua residencia del obispo, levantada en el siglo XVI.
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