No hay nada más ilustrativo para un viajero que el primer choque con una ciudad. Pero a Pekín, como a una amante altanera y hermética, hay que cortejarla con paciencia y darle cuantas segundas oportunidades nos permita la paciencia. Entonces uno se enamora.No aconsejo zambullirse de golpe el primer día en sus iconos turísticos.
Categorías:
Etiquetas:
0 comentarios
¿Quieres comentar? Regístrate o inicia sesión