En 1907, Antonio Machado llegaba a Soria, donde se enamoró de una adolescente llamada Leonor y se casó. Cinco años después abandonaba la ciudad, viudo, pero también cargado de recuerdos, de poemas y de las imágenes recogidas en sus paseos. El poeta del "se hace camino al andar" era un paseante compulsivo y, como Nietzsche, de los que trabajaban sus ideas caminando. A base de paseos como éste, desde el reloj de la Audiencia hasta el olmo viejo, reinventó la imagen de Soria.
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