Dicen que el primer emperador romano, Octavio Augusto, pasó largas temporadas en Tarragona -entonces Tarraco- atraído por su singularidad y su interés estratégico; convirtiéndola en ciudad capital, dinámica y cosmopolita. Más de dos mil años después son cada vez más los que siguen sus pasos y se acercan a la capital de la Costa Dorada buscando historia, fiesta, buena gastronomía o simplemente tranquilidad. El aeropuerto low cost de Reus y el AVE (ambos a 10 kilómetros) han vuelto a poner de moda la imperial Tarraco.
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