Crash, crash, crash. No se asusten, no se hunde la Bolsa, es sólo el sonido de las pisadas en la hojarasca. La tierra húmeda desprende vahos de setas y castañas. No hay más ruido en el campo que el propio caminar del viajero, que se detiene a descansar sobre una pared de piedras. Levanta la vista y la deja libre sierra abajo, por la misma ladera por donde el sol tibio de la tarde va dando tumbos entre cerezos, olivos, castaños y robles.El otoño ha levantado su cola de zorro en el valle del Jerte.
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