El océano Pacífico es la superficie más extensa que posee el planeta sin ningún accidente geográfico que la altere. A lo largo de miles de kilómetros, el viento corre a placer, sin enredarse en montaña o árbol alguno, hasta que se topa con la cordillera de los Andes. Como impulsado por una rampa, sube entonces y vuelve a caer del otro lado, moldeando las formas más extraordinarias en las nubes. Bajo ellas y bajo ese cielo austral que parece el del primer día del mundo, se extiende el parque nacional Los Glaciares, declarado en 1981 patrimonio de la humanidad por la Unesco.
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