La revolución naranja ha logrado que sepamos situar Ucrania en los mapas, un país grande y fértil que mira hacia Occidente tratando de alejarse de la herencia soviética, una tierra tranquila y poco conocida, interesante y atractiva. Un país con forma de ojo del que cae una lágrima: Crimea. Un lugar donde el viajero no suele cruzarse con sus iguales y, sentado ante un gran vaso de cerveza, debe elegir al azar en una carta que muestra un menú en cirílico, el alfabeto que comparte con Rusia y Bulgaria.
Categorías:
Etiquetas:
0 comentarios
¿Quieres comentar? Regístrate o inicia sesión