En el centro histórico de Katmandú, en un costado de la plaza Durbar, está la Casa de la Kumari, un pequeño palacio de ladrillo rojo con balcones y pórticos de madera primorosamente tallados. La Kumari, según la tradición, es la reencarnación de la diosa Durga, y se selecciona entre las niñas de tres o cuatro años de una casta especial nepalí. Las candidatas deben poseer un horóscopo determinado y 32 atributos físicos que las hagan merecedoras de la distinción. Cuando se encuentra a una niña que cumple todos esos requisitos, se la encierra en una sala llena de cabezas de animales muertos y de otras presencias terroríficas.
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