El ruido de los motores disolvía una escena apacible en un revuelo nervioso. La escena es la misma que se puede contemplar hoy siguiendo la interminable cinta costera donde bajan a recobrar el aliento garzas, cormoranes, flamencos rosas, águilas pescadoras, además de una larga lista de aves autóctonas, sólo que ya no se inmutan por el estruendo de aviones volando casi a ras de suelo, porque éstos sólo son un recuerdo. En la época del escritor y aviador Antoine de Saint-Exupéry aún era posible contemplar el mundo a vista de pájaro y el litoral atlántico se veía "bajo un sol en lo alto que parece inmóvil y la arena amarilla del Sáhara muriendo sobre un mar azul como un pasillo interminable". El recuerdo de Saint-Exupéry sobrevuela esta larga costa poblada de olvidos.
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