En este país nacido y alimentado por la fantasía, cada ciudad, cada fuerte, cada templo, cada montaña y cada río tienen su origen en una leyenda. Orchha también tiene las suyas, y desde este ventanal de mármol finamente cincelado en el último piso del maltrecho palacio de Jehangir, con la ciudad extendida bajo nuestra mirada, estamos dispuestos a creer a pies juntillas la más fantástica. Esta pequeña urbe medieval, donde hoy apenas habitan 2.000 almas, es la imagen perfecta del reino perdido de nuestros sueños.
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