No todos los caminos se hacen al andar. Los hay que parecen abiertos por una lógica telúrica con absoluto desdén por la huella humana, la cual obedece ciegamente a la geografía. Uno de esos caminos implacables es el que tajan los montes cántabros con la cuchilla del Saja, y respira mar a través del Oyambre y de su ría (por fin, parque natural). Una calzada que enlosaron los romanos para pelear contra los cantabri. Un corredor por el cual buscaron refugio los mozárabes, cuando la invasión musulmana desde el sur.
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