Sonaban las nueve campanadas en la mañana fresca y transparente cuando alguien habló del mudo o, lo que es lo mismo, surgió la leyenda del joven pastor que en la Guerra de la Independencia se arriesgó en una visita a su amada y fue detenido por sospechoso. Interrogado y sin nada que confesar, pero temeroso de decir algo inapropiado sobre sus vecinos, el muchacho se mordió con fuerza la lengua, cercenándosela. Un oficial francés, viendo tal coraje, decidió ponerlo en libertad, y el pastor se arrastró hasta una de las entradas de la muralla, aunque no logró pasar de allí, pues murió desangrado.
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