En Japón, al subir por las escaleras mecánicas, uno debe colocarse al revés que en Occidente; el que va sin prisa debe situarse siempre a la izquierda. Menos en Osaka. Aquí, por razones que no acaban de justificarse del todo, hay que arrimarse a la derecha. Un buen ejemplo de lo que al viajero le aguarda en esta ciudad, una de las mayores capitales económicas del mundo y, a la vez, una urbe que se enorgullece enormemente de su carácter provinciano: la perfecta contradicción en el país de las contradicciones. Una ciudad que ha sido retratada de manera mucho más escueta que Tokio o Kioto, generosamente plasmadas en el cine o la literatura de figuras que van desde Haruki Murakami a Sofia Coppola o Yasujiro Ozu.
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