César Manrique no dio puntada sin hilo en su isla poética de Lanzarote. Miradores insospechados, móviles al viento, monumentos posindustriales, burbujas volcánicas habitables, cuevas basálticas reconvertidas en auditorios y hasta un hotel de lujo que planificó junto al arquitecto Fernando Higueras, por el que ambos obtuvieron diversos reconocimientos en el campo de la arquitectura.El hotel Salinas nació hace tres décadas en la playa de Teguise como símbolo de una isla que cimentaba su desarrollo turístico en los valores ambientales y en la reinterpretación artística de sus paisajes. César Manrique buscó inspiración en los mismísimos jardines colgantes de Babilonia, una de las maravillas del mundo antiguo, para recrear en los atrios interiores una selva tupida de vegetación subtropical, macizos florales, esculturas de lava, juegos de agua, pasarelas y madejas de lianas.
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