Desde hace dos décadas, cuando Rafael Moneo proyectó el Museo Romano, una de sus obras maestras, Mérida reinventa su perfil. Un museo casi perfecto para una de las ciudades que mejor han sabido entender los retos arquitectónicos del siglo XXI, no sólo sin olvidar, sino respetando y reforzando su legado histórico. "En Mérida no podemos quedarnos anclados en la monumentalidad romana, que, siendo única, es irreproducible", dice el alcalde, Pedro Acedo.El último edificio construido es un volumen sorprendente, sólido y rebosante de luz, que ha merecido atención en revistas como Wallpaper: el nuevo Palacio de Congresos y Exposiciones de los arquitectos Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano.
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