Micrófonos maltrechos, un par de focos y un esforzado cantante interpretando el éxito del verano mientras los turistas toman un cóctel junto a la piscina rodeada de palmeras. Hasta hace unos años, esto era todo lo que se podía esperar del concepto de animación en la mayoría de los hoteles. Ahora, las actividades se han multiplicado. Y también son más sofisticadas.
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