La luz como lema, como seña de identidad. El rasgo intangible que reivindican los responsables del turismo onubense no es mero marketing, se ajusta perfectamente a la realidad. El Atlántico, las marismas y el sol, que alumbra cada tarde lentamente las aguas y las dunas, dotan al litoral de un halo radiante y dramático. El mismo que inspiró a Sorolla en su célebre pesca de los atunes. La sierra, pletórica de verdes y envuelta en un cielo ebrio de azul, desprende una luminosidad que tampoco escapa al viajero.
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