Marraquech te atrapa por sus sensaciones. No es una ciudad de majestuosos monumentos, su encanto está en la calle: en las tiendas del zoco, el té de hierbabuena, un zumo de naranja en una plaza, en los restaurantes o en los hammam. De la ciudad de las mil y una noches, Fernando Pessoa escribió que "de primera te extraña y después te entraña". A las faldas de las montañas del Atlas, Marraquech fue una próspera ciudad gracias al comercio transahariano.
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