Son cruceros sin sal, pero no sosos. Castillos, yacimientos arqueológicos, pueblos de cuento y ciudades muy animadas proporcionan un espectáculo continuo, más allá de las actividades que se organizan en el interior del barco. En cubierta, un horizonte de montañas, bosques y campos de tulipanes o lavandas como alternativa a la hipnótica monotonía de las olas.
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