El Báltico no es mare nostrum, sino un dominio lejano, bastante ajeno, pero que bien mirado, sin embargo, puede ser considerado como un mar doméstico, amigo y coloquial; si el Mediterráneo está poblado de dioses y mitos sagrados, y el mar del Norte, de guerreros y epopeyas vikingas, el Báltico es un mar de comerciantes y libros de contabilidad.Lo que da al Báltico cierta identidad es, en efecto, una especie de asociación económica a gran escala: la Hansa teutónica, o liga hanseática. Iniciada en Lübeck (Alemania) en 1159, con el estricto fin de abrir mercados, fue sumando voluntades hasta alcanzar la respetable cifra de unas 90 ciudades coligadas.
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