Hay ciudades que se resisten a la caducidad y nada más pisarlas se comprende que las define la fidelidad a su estilo. En Catania no hay debate. Va a lo suyo y no rivaliza con nadie. La rotunda presencia del Etna, volcán que precisa constante prevención, la hace eternamente auténtica. Por ello mantiene impoluta su decadencia. Sicilia en estado puro, sin cosméticos ni bisuterías.
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