No se trata de uno de los recetarios al uso sino de un brillante ejercicio de literatura gastronómica. Como Andreu Manresa, su autor, recalca en los prolegómenos de la obra, el hecho de comer equivale a disfrutar, recordar y descubrir con una actitud que suele bascular entre la curiosidad y la añoranza. Y aunque se apresura luego a advertir que sus reflexiones no constituyen un ensayo antropológico, en muchos aspectos se sumerge de lleno en atavismos gastronómicos, ritos y simbolismos que dejan al descubierto hábitos populares de raigambre milenaria.Relatos en los que desvela el influjo que tradicionalmente han poseído la pesca, las lluvias, el viento y el sol, en la bonanza de los festines familiares o en la forzada austeridad de las temporadas de cuaresma en este rincón del Mediterráneo.
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