El crecimiento económico en las ciudades y la necesidad de expansión de las nuevas cadenas ha provocado en estos dos últimos años un estirón de la oferta hotelera en Madrid y Barcelona. El potencial de un turismo que, a veces por placer y a menudo por negocios, decide pernoctar en la ciudad, atrae a los grupos hoteleros que buscan la ventaja de una fuente de ingresos segura a lo largo de todo el año.Entre los años 2000 y 2001, la planta hotelera madrileña se ha incrementado en 1.763 habitaciones.
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