Hay días en que sus pináculos góticos emiten destellos tan dorados como si el sol se acostara sobre una corona de oro. Otras veces, la bruma pegajosa se desploma sobre sus piedras bruñidas y la envuelve con un manto gris, intimista y melancólico durante días, semanas quizá, aunque el calendario se empeñe en recordar que en el resto del hemisferio es verano. Entonces, la lluvia repiquetea en Carfax y en Cornmarket como agujas de vidrio y los estudiantes corren dando saltitos de una acera a otra evitando los charcos mientras los jardines del Magdalen College o de Christ Church se empapan con otra pátina de tradición.La tradición.
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