El París de la primera mitad del siglo XIX, capital del mundo civilizado, no tenía desde luego un Disneyland, ni asomaba aún la silueta de la Torre Eiffel. No le faltaban, sin embargo, recursos con los que asombrar, divertir y sacar los cuartos a sus huéspedes. Hacia 1850, la gran novedad en materia de sofisticación y consumo urbano podía encontrarse, al alcance de todos, en los pasajes cubiertos: las tripas del París elegante, el último grito en mundanidad.Una Guía ilustrada de París de esa época hablaba así de la nueva atracción: "Estos pasajes, reciente invención del lujo industrial, son galerías de techo de cristal y muros de mármol que atraviesan manzanas enteras de casas.
Categorías:
Etiquetas:
0 comentarios
¿Quieres comentar? Regístrate o inicia sesión