Harto de escuchar que aquella gigantesca cúpula ovalada no se sujetaría, el arquitecto Luis Moya Blanco colocó a su familia debajo y pidió que retirasen los andamios. Demostrado: las dos toneladas de ladrillo se mantuvieron solas y los Moya sobrevivieron. Lo más probable es que la historia sea falsa; en la vida real, los andamios no se quitan de golpe como en las leyendas, y de ésas tiene muchas la Laboral de Gijón.Concebida como un orfanato minero a finales de los cuarenta, el proyecto se fue transformando en una Universidad Laboral colocada por el régimen para dar la mejor formación profesional a los hijos de los productores (que no obreros, según la jerga falangista).
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