Según cuentan, en el ojo del huracán se disfruta de una calma absoluta. No se trata de un hecho casual, sino del resultado de un complicadísimo juego de tensiones y fuerzas que se equilibran. Así ha sido siempre y así sigue siendo Jordania.Este país pequeño, con forma de escuadra -por culpa, según cuenta una leyenda guasona, de un hipido que le sobrevino a Winston Churchill cuando lo dibujaba sobre un plano-, tan desértico que es uno de los países más pobres en agua del mundo, y que por no tener no tiene ni petróleo, puede alardear, sin embargo, de ser paso obligado para todo el que se interne en el Oriente Próximo. Situado entre Israel, Siria, Irak y Arabia Saudí, ha disfrutado de una política malabarista que empezara con los antiguos nabateos y que alcanzó su esplendor con el fallecido rey Hussein, padre del actual rey Abdullah.
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