Qué tienen en común tres poblaciones del sureste francés tan dispares como Arles, meca de la fotografía; Vauvenargues, perdida entre montañas, o Saint-Tropez, paraíso de vacaciones de algunos famosos? En apariencia, nada. Sin embargo, están unidas por un genio de la pintura, Pablo Picasso, que encontró motivos suficientes para echar raíces y desarrollar gran parte de su obra junto a sus múltiples musas. Las tres ciudades y ocho lugares más componen un apasionante tour lúdico-cultural tras las huellas del artista malagueño, que allí reposa para siempre desde 1973, cuando murió a los 91 años.
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